martes, 4 de octubre de 2011

Puedo decirlo más alto, pero no más claro.

Te lo repetiría mil veces solo para que entiendas que no te puedo olvidar, imposible olvidar esos labios que tanto hablan de ti, te caracterizan, me saben decir el momento exacto en el que estás realmente feliz. Me encantaría estar sentada, sintiendo tu calor en mi brazo, y de vez en cuando poder acercarme lentamente a tu mejilla para darte un beso inesperado, poder estar horas y horas hablando contigo, y perdiéndome en tus bonitos ojos, darte a entender, que te quiero en mi vida. Te quiero solo para mí, solo tu y yo descansando en el campo después de un bonito paseo de tu mano, llenar la memoria de la cámara solo contigo, compartir mis tardes como compartimos un helado para los dos, quiero dejar de ser yo, para ser nosotros, que sepas que, me declaro adicta a ti.

De las siete maravillas, tú eres la octava


Que no hay monstruos en el armario, ni los reyes magos te vigilan para ver todo lo malo que haces. Sé que los malos son muy malos, y los buenos no son tan buenos. Que los besos a escondidas saben mejor. Que un baño de agua fría a veces sienta tan bien como uno de agua caliente. Que el mundo está plagado de personas agradables, y a la vez, de personas que no merecen ser llamadas personas. Ahora sé que no hay calcetines para el pie izquierdo, ni para el pie derecho. Que las medias se rompen muy fácilmente, y que el pintalabios rojo no se borra de las camisas blancas. Y lo más importante, sé que de siete días a la semana, yo te quiero ocho.